Relato 6 "Enterrado vivo"

Relato 6 "Enterrado vivo"

 

No estoy seguro si aún estoy dormido o ya me encuentro despierto, abro mis ojos pero todo es oscuro. Me pregunto ¿qué ocurre? Trato de levantarme pero no puedo, mi cabeza choca contra una superficie dolorosa, mis manos de forma instantánea se dirigen a mi cara pero ¡oh Dios! No puedo moverlas, algo me lo impide, solo puedo mover mis dedos. Trato de despertar y abrir mis ojos, mas no encuentro esa luz que ilumina mi habitación cada día al amanecer, ¿Qué ocurre? Parpadeo con fuerza, me desespero, todo sigue negro, no puedo moverme, me siento sofocado, mis zapatos tocan fondo, siento frio en mis huesos, grito desesperadamente llamando a mi abuela, siento miedo, estoy atrapado. Grito con más fuerza, me agito como una bestia frente a su alimento, lucho con mis manos aunque no puedo moverlas. Mi cabeza se ha roto de tantas veces que la he golpeado con aquellos bordes que desconozco, siento ira, sigo forzando mis manos. Saldré de aquí, lo sé. Podría descarnar un robusto jabalí solo con la fuerza que me inunda en este instante. Me soltare de las ataduras, me muevo como una serpiente tratando de huir, grito con fuerza. Ya comienzan a dolerme las muñecas de las manos, la cuerda me lastima y se me incrusta en la piel, la siento como una gruesa lija. Me duele demasiado, siento la sangre correr por mis dedos, no puedo desatarme ¡alguien que me ayude maldición! ¿Dónde estoy? ¡Ah! me duele. La infernal cuerda me hace perder sangre, mis brazos comienzan a tiritar, y siento frio desde las uñas de los dedos hasta los codos. No espera, en mi cabeza también siento frio y me duelen las heridas que emanan sangre purpura. Comienzo a temblar, ya no grito con furia, ya tengo miedo, y empiezo a dudar de cual será mi destino ¿por qué me ocurre esto? ¿Abuela?  Estoy llorando con agonía, escucho fantasmas tras mis oídos, ¡por favor abuela perdóname por matar a tu perro!, ¡Ayúdame!, ¡sálvame! que horror siento, estoy hundiéndome en este pantano de soledad, atrapado en las sombras del exilio. Ya  me doy cuenta. Voy a morir, ¿cómo es que me encuentro atrapado aquí?, la oscuridad me da miedo, está todo negro, mis lágrimas caen hasta mis orejas y entre sollozos, lágrimas y mi propia saliva que me ahoga. Mi cabeza herida no se resigna a morir. En un movimiento sin sentido deslizo mis manos atadas hasta el borde de mi pierna, y encuentro algo. Inmediatamente me doy cuenta de lo que es, es una navaja artesanal, si la misma con la que maté al maldito perro de babas rojas. Inmediatamente la sujeto como puedo, retuerzo mis dedos para acomodar al cómplice de mi error y colocar el filo sobre la cuerda. Comienzo un movimiento para librarme, mas no puedo, no logro cortar aquello que aprisiona mis manos, sigo intentando, pero siento como las yemas de mis dedos se van rebanando con el filo infectado de muerte, nunca había llorado tanto, tengo miedo de morir de esta forma. Tengo terror de morir encerrado y sin moverme. El aire se me acaba, estoy abandonado, por mis tobillos siento el hormigueo de los calambres que agobian mis piernas, mis pensamientos se vuelven azul oscuro. Mi pecho se inflama de dolor, me estoy mareando por la pérdida de sangre, mi respirar es agitado y solitario, mis huesos están trisándose y aún sigo cortándome sin querer los dedos con el chuchillo. El hormigueo sube hasta mi cintura muy rápidamente, y es aquí cuando me doy cuenta que son insectos desconocidos y sucios que suben rápidamente hasta mi cara. Me invade la muerte la veo hermosa en la oscuridad humedad de mi prisión, aún puedo vivir, puedo pactar un cambio con el demonio, pero espera. Estoy seguro que la abuela lo sabe y ya firmó un contrato para que yo no tenga salvación. La tos me perturba y ya no hay aire. Recuerdo a la vieja abuela que siempre me maltrataba, me hacía cortar leña bajo la lluvia del invierno solo a cambio de pasar la noche dentro de su casa .Sabes maldita que no podía huir porque el bosque donde vivíamos estaba rodeado de riscos puntiagudos y a pesar de mi habilidad para orientarme y vivir en la miseria siempre me atacaban esos pájaros de plata que yo no podía derribar. Tu rostro arrugado comiendo grasa de cerdo me producía odio. Un odio tan profundo que cada noche era eterna bajo el marco de la ventana. Aún mientras dormía podía sentir tu mirada de bruja siguiendo mi alma. Aquella vez que cortaste mi dedo índice mientras dormía, no te imaginas el dolor asqueroso que sentí, después me empujaste al armario y me encerraste dentro de él, solo con un trapo y un poco de sal para detener la sangre que caía por el hueso y ligamentos de lo que antes era mi dedo. Lloraba como nunca pero entre llanto y odio pude escuchar como vendías mi dedo a un viajero desconocido que no sé cómo pudo llegar hasta este lugar. Cada día, noche tras noche trate de fugarme de ti pero los fantasmas negros y la inmortal hechicería negra que brotaba de tu ser, me impedía escapar. Pero tú sabes muy bien abuela que una tarde planee tu asesinato para así ser libre. Espere al crepúsculo de la tarde, me levanté del madero donde dormía, cautelosamente mate a tu gran perro que era traído del infierno. Tú bestia logro incrustarme sus dientes en mi pierna pero mi cuchillo se hundió con fuerza en medio de su frente hasta atravesar su cráneo. Después abrí la puerta de tu habitación, y por primera vez pude ver como eras realmente. Larga, y decrepita, con garras negras y gastadas, pude ver tu cabello seco cayendo por el borde de tu cama y en las paredes estaban colgados los muñecos de tu oscura brujería. Me adelanté con ira sobre ti y cuando estaba a punto de matarte, abriste tus ojos diciendo, “delicioso”. Bruja  tu mirada profunda me paralizo y mi única sensación era el terror.

 

Después ya no recuerdo nada y ahora me encuentro aquí, encerrado con la evidencia de mi frustrado asesinato. Llorando y esperando poder nacer nuevamente, solo con la idea de masacrarte

El aire se acaba, voy a morir, mi corazón se retuerce, mis ojos voltean hacia atrás, y tirito de forma violenta, mis venas se quiebran y solo huelo la muerte. Me duele maldita bruja te odiare desde donde esté. Ya no puedo gritar no tengo fuerzas .Espera siento unos golpes fuera de la caja donde me encuentro, hay niños hablando ahí, ya no puedo gritar, no puedo pedir ayuda, estoy muerto.

 

Escrito por: Omar Sepúlveda C.