Relato 1 "Recordando mi muerte"

 

Era llamado Orium Kert, así solían decirme. Creo que ya ha pasado mucho tiempo, desde que la madre parca me llamó ,que rara e inteligente mujer , vestía como los hombres errantes del desierto, túnica larga, con botas firmes y gruesas, fabricadas por las uñas de los muertos, quien sabe porque. Oí que las uñas tenían información proveniente directamente del corazón del pobre infortunado, yo creo que no es cierto, y que solo es un capricho de la madre parca.

También su cabello largo casi llegando a su cintura, era de un tono amarillo, fusionado con blanco, partido y desecho por las travesías realizadas en los desiertos y quemado por los fríos del mundo austral.

Por las manos de mi actual madre no fluía la sangre en su interior, no eran cálidas como las de los humanos. Eran más bien huesudas y con marcas, ningún nómada que interpretara el futuro leyendo las líneas de las manos, podría descifrar esos abismos sin fondo, líneas secas en la palma, y cortes sin cicatrizar.

Eso es todo lo que recuerdo de esta dama. Yo era un hombre, lo deduzco porque a veces cuando no me ciega la ira puedo ver a través del cuerpo, atravesando el alma, y alojarme en tu sombra. ¿Era esto un hombre? No lo sé, pero yo vivía. Vivía en el norte del mundo.

Mi escasa memoria de mortal comienza aquí:

Solía cazar cuervos negros, lúgubres e indómitos, hijos de la noche inescrutable.de pico corvo y fuerte, estos malditos asesinos a sueldo siempre acechaban mi caminar, seguían mis pasos, sabía muy bien que deseaban mi cadáver, querían decorar sus nidos hechos con entrañas de animales, con mis ojos de humano, el trofeo esta vez era yo, y debía eliminar esos ojos que acosaban mis pasos.

Yo sabía muy bien que con monedas de diamantes comprabas los servicios de estos engendros, aunque dudo que quien recurriera a ellos, quedara con vida. Que hacían con la paga en monedas, simplemente no les importaba y la rendían de culto al mismo demonio, presencié uno de estos homenajes y por primera vez conocí el miedo.

Yo era un asesino a sueldo, un aldeano normal, en mi pueblo esto era normal, aquí vivíamos los exiliados de todas partes y la negra y mafiosa comunidad era un círculo perfectamente cerrado. Maté a muchas personas y animales, pues como ya saben era mi trabajo, y la paga muchas veces era solo un trozo de pan.

Mi último trabajo no fue por dinero o una paga, era la primera obra de caridad que haría en toda mi vida. Esto fue mi perdición.

Caminado hacia mi casa, note en una morada ajena una luz de candil proveniente del interior, y la sombra de una niña en la ventana siguiéndome con sus ojos , solo veía su figura ,pues la luz interior de la casa le daba por la espalda y dejaba su cuerpo frontal tan negro y oscuro como la cautelosa y apagada noche. Cubierto con mi chaqueta oscura de piel desde mi nariz hasta mis talones, y mi sombrero de alas extensas adornado con la insignia plateada de la mafia, solo parecía un fantasma desplazándome por los solitarios caminos.

Ella me observaba me decía algo, algo que jamás comprendí, pero luego de ver lo ocurrido me di cuenta de lo que era. Su pequeña figura lucía intranquila a pesar de no moverse, fue aquí cuando vi a un hombre acercarse por detrás, levanto su mano sosteniendo un objeto contundente, y con la fuerza de un loco lo azoto contra la cabeza de la niña, el candil estallo, obra de algún maleficio y la niña grito tan fuerte que a pesar de mi rauda experiencia como asesino me sentí abrumado. Corrí hacia la estancia, salte por la ventana junto con los vidrios rotos y caí de pie dispuesto a matar, para eso me entrene. Mire a todos lados y no vi nada, solo el aceite ardiendo del candil derramado en el piso, la niña tendida con un charco de sangre bajo ella y el aliento de los espíritus en pena.

Me agaché para revisar su herida, la voltee suavemente y vi una herida mortal. Parte del cráneo fue desecho, y su sangre roja y deliciosa adornaba su rostro. Su expresión quedo grabada con el espanto del dolor, ya viendo su evidente muerte y con un desalmado que se encontraba prófugo, la tome en mis brazos y la lleve al patio de la casa, sin luz busque una pala, encontré un fierro que simulaba ser una y comencé a cavar para sepultarla antes de que su alma buscara venganza. La fosa de tierra húmeda seria su descanso, ya terminada mi tarea la levante nuevamente y me dispuse a dejarla, pronuncie una pagana oración y al momento de dejarla en su futuro lecho, el cadáver tomo mi cuello con su mano derecha tan fuerte que parte de mi piel quedo soldada a sus dedos, abrió sus ojos ahora negros sin pupila y grito como si nuevamente fuese a morir.

El deseo de lo desconocido encendía mi espíritu, y ese cadáver horriblemente desfigurado me llamaba a su sombra. Me miro con ojos de espectro y comprendí que ya era tarde para ayudarla, la solté y la arroje contra la tierra, el cadáver lloro como si tuviera sentimientos, yo había matado a muchos y sabia que lo que mis ojos veían era imposible, su alma la había abandonado y ya solo era una marioneta sin rumbo.

Pero la duda me ataco y decidí escuchar, con voz suave me pedía venganza, el hombre que la asesino era su padre y elimino a su familia uno por uno. Primero fue su esposa, sus tres hijos y ella al final, acusaba el cadáver torturas en sus muñecas y cicatrices en las rodillas, la piel azulada en sus piernas producto de los golpes me hacían ver que en verdad fue maltratada al extremo. Decidido ya a eliminar al hombre, saque información del cadáver y tras un corto y preciso intercambio de palabras supe que el hombre se dirigía todas las noches al bosque, cerca de los negros cuervos, quien sabe a qué.

Me dirigí allá con la niña siguiéndome a mis espaldas, pensaba en los pájaros desalmados que me acechaban, con mi revolver antiguo oculto en mi cinto y mis dos dagas listas para cercenar cualquier garganta, me preguntaba que me llevo a desviarme de mi camino aquella noche. Sabía muy bien que un muerto ya no necesita ayuda pero la razón sin sentido se apoderaba de mí. Muy pronto comencé a sentir como me seguían, sentía los revoloteos, los ruidos lejanos de la penumbra, hasta que muy dentro del bosque una sombra me intercepto, de mi estatura, un poco más gruesa de contextura que yo, me dijo. ¡Bienvenido señor Kert!. Inmediatamente su voz perturbo mi memoria. ¡Ya la había escuchado!, en algún lugar, ¿pero dónde?, ¿dónde?.

Se cerco mas y pude ver un rostro pálido sin un ojo, una marca horrible cruzaba el lugar donde antes había un hermoso globo ocular.

Se dispuso atacarme y yo más veloz y con experiencia en este tipo de situación saque mi revolver y acerté un perfecto disparo en medio de su frente, su cabeza se inclino hacia atrás y luego volvió a su posición original el hilo de sangre corría por su cara hasta su pecho hasta penetrar en la tierra. Aquí el maldito cadáver de la niña que me seguía me abrazo por la espalda y ya no pude moverme nunca más.

El hombre dañado pero actuando como si no hubiese sufrido nada, se acerco y me dijo:

El asesino de la mafia Orium Kert tuvo dos debilidades en vida que lamentablemente para él le costaron la vida. Aquí supe que mi hora había llegado.

Hace muchos años atrás en la hilera de cabañas de la rivera sur había una familia, hermosa y amable, no hacían daño a nadie y eran felices solo consigo mismos sin codiciar nada. Doce integrantes la formaban. Un día un joven de apariencia extraña llego pidiendo agua, yo lo recuerdo bien, mi madre le brindo un preciado jarro de agua dulce y lo sentó a la sombra del árbol a descansar. Cuando ella lo dejo ahí descansando el maldito saco un revolver y atravesó la cabeza de mi madre con una bala, la vi morir frente a mis ojos. Mi hermano salió y de igual forma murió, así cayeron los seis primeros integrantes de mi familia, luego mi padre defendiéndose se lanzo contra el asesino y este al ver que ya no tenía balas saco dos largos cuchillos y le atravesó el corazón, la vida de los 4 restantes de extinguió de igual forma, pero el doceavo integrante apenas un niño, no corrió tal suerte, el asesino no lo elimino, y con su daga le arrebato su ojo, lo dejo abandonado y se largo.

¿Me recuerdas ahora animal despiadado? Me dijo el hombre, yo estaba inmóvil por el cadáver.

Ese fue tu primer error. El dejarme con vida, y el segundo fue tratar de ayudar a esta niña creyendo que era humana, ella solo es un cadáver utilizado para algunas tareas, no siente nada, y no tiene alma. Ahora debes morir.

Trate de huir como loco pero no pude, fui atado a un árbol robusto, sentí los cuervos parados en las ramas en todos lados, el hombre se sentó frente a mí y dijo: ¡escalofriantes cuervos negros, aquí esta su trofeo, ya he cumplido mi parte del trato y la deuda queda saldada!

Lo último que vi y sentí fue un torbellino de aves negras abalanzándose sobre mí y devorando mi piel, mi sangre, mis músculos todo lo que un humano puede tener.

De esta horrorosa forma perdí mi vida.

 

 

 

 

Escrito por:

Omar Sepúlveda Concha